miércoles, 8 de marzo de 2017

Tengo una tienda, perdón, una Boutique

De ropa y complementos, estilos Casual, Fiesta y Vintage en el centro de Córdoba.
Mi marido dice que eso es un popurrí y que debería centrarme en uno de ellos, máximo en dos. Yo le digo que no son excluyentes, que puedes tener, por ejemplo, un vestido de Fiesta que sea Vintage o un bolso que, dependiendo del resto del conjunto, sea de estilo Casual o Fiesta. No ha colado.

Inicialmente la idea surgió como exclusivamente una Boutique Vintage, y digo Boutique porque queda más guay que “tienda”. Pero poner una boutique vintage en Córdoba es complicado… No hay suficiente público objetivo para mantenerla y, si lo hay, yo no he sabido encontrarlo.


Así que decidí diversificar y vender según la demanda: que me pedían monos, traía monos, que me pedían blusas blancas, traía blusas blancas, que me pedían estampas de la Virgen del Rocío… las mandaba a la tienda de enfrente. ¡Y es que las primeras semanas tuve peticiones muy surrealistas! Había días que pensaba que me habían instalado una cámara oculta en la reforma y estaban emitiendo un reality a mi costa.

Mi tienda es mi conexión con el mundo, que dicho así a lo mejor suena un poco deprimente… Pero es el lugar que más relaciones sociales me aporta y es que, para los que no me conozcáis, soy originaria de Barcelona y vivo en Córdoba desde hace poco más de un año, por lo que mi círculo social es bastante limitado.

Como ya os he contado, además de la tienda física tenemos una tienda on-line. Esto implica tener que subir fotos de los productos y, claro, como la ropa no queda igual en una percha que puesta, me toca probarme absolutamente todo lo que va llegando para hacer las sesiones de fotos. Yo quería usar un maniquí pero mi marido que, por si aún no lo he dicho, es un perfeccionista, decía que no, que eso era muy cutre para nuestra boutique, que quería fotos más artísticas, más profesionales.

Yo no soy modelo profesional y no creo que sea el momento de empezar a serlo a mis casi cuarenta primaveras, así que para mí las sesiones de fotos son un coñazo. Normalmente utilizamos como escenario la calle que hay enfrente de la tienda por cuestiones logísticas, para poder tener un sitio cerca en el que cambiarme de ropa, y hacemos las fotos un sábado por la mañana, a primera hora, cuando no pasa mucha gente. Pero aun así es un rollo porque hay que ir parando continuamente, ya que no deja de ser una calle transitada. Puedes ver la evolución de mi cara en las primeras fotos, con una cierta sonrisa, y ya en las últimas con un agobio encima “que pa qué”.



En www.srtasierra.es tienes el resultado final. Aviso, no hay Photoshop, sólo retoco los claros y oscuros, tampoco hay arreglillos en las prendas, quedan tal cual las ves, pero reconozco que en más de una aguanto la respiración para que no se me marque demasiado la barriguilla cervecera que estoy echando. (Aquí iría un emoticono de carita guiñando un ojo y sacando la lengua tal que así ;P) Jejeje.



martes, 28 de febrero de 2017

Me casé un 29 de febrero

Hoy hace justo un año, bueno aún no, mañana, aunque mañana habrá sido ayer… Esto es lo que pasa cuando te casas un 29 de Febrero, que celebras el aniversario dos días, que digo yo que más vale pasarse que quedarse corto. Mucha gente nos pregunta por qué elegimos esa fecha. Pues porque sí, porque mola, sin más motivo.


Planear una boda suele ser un coñazo: que si la lista de invitados, el restaurante, el menú, las flores, el vestido… Sin embargo, para nosotros fue muy divertido, os cuento. Teníamos muy claro que queríamos un día que fuera especial, sin tener que estar pendiente de nada ni de nadie más que de nosotros mismos. Eso implicaba no tener más invitados que los justos y necesarios, o sea, los testigos. Ya sé que mucha gente no estará de acuerdo con esto, porque un día así quieren compartirlo con la familia y los amigos, pero nosotros queríamos que fuera algo sólo nuestro, algo íntimo y personal. Llegamos a esta decisión después de haberlo sopesado detenidamente.

Pasado este primer obstáculo, el resto fue bastante fácil de decidir: nos casó el señor alcalde de Aguilar de la Frontera, querido amigo de mi futuro esposo. El lugar elegido para el enlace, unas Bodegas de la localidad.


¿Mi vestido de novia? Lo decidí el mismo día de la boda. Tenía 3 opciones posibles, 3 vestidos de encaje de aire vintage, comprados hacía ya tiempo, que esperaban en mi armario la ocasión oportuna para ser estrenados. Finalmente elegí el rosa. Lo llevé con botas altas negras y con chupa de piel (o como se dice ahora con una biker).
¿El traje de mi futuro esposo?  Unos vaqueros, una camiseta de los Beatles y su biker negra.
Y así fue como nos casamos, entre barriles de vino, sin disfraces, siendo nosotros mismos.



La ceremonia fue preciosa, aunque imagino que eso opinarán todos los novios. Dijimos nuestros votos, hechos ex profeso para la ocasión y nos cantamos unas canciones. ¡Tres meses que me tuvo ensayando!!!! Y es que si hay algo que hago realmente super bien es cantar mal, eso lo clavo. Reconozco que fue muy divertido el proceso de ensayar. ¿El resultado? Nos olvidamos de la mitad de la letra, de los tonos y casi no me salía la voz. Pero fue realmente emotivo. Un torrente de emociones, sentimientos y lágrimas, muchas lágrimas. Y felicidad. Mucha felicidad. En ese momento era como si no hubiera nadie más en la sala, sólo nosotros dos, mirándonos a los ojos, dejándonos llevar...

Hay quien dice que el día su boda es el día más feliz de su vida. Yo cada día soy tan o más feliz que el día de mi boda, porque, como dije en mis votos y sigo manteniendo, soy feliz cuando un te quiero me despierta cada mañana. 





miércoles, 15 de febrero de 2017

Yo no celebro San Valentín

Ayer fue San Valentín. Vaya por delante que yo no celebro San Valentín. Para justificarme usaré el topicazo de que para mí todos los días son San Valentín. Suena azucarado, pero así es. Eso de tener que hacer un regalo por celebrar en una fecha concreta el amor yo no lo comparto, pero que cada cual haga lo que le parezca.

Pues eso, que ayer fue San Valentín y hacía sol. Un sol espectacular, tanto que le pedí a mi señor esposo que me recogiera al mediodía por la tienda para invitarle a una cervecilla. Digo invitarle por decir algo, porque como la tienda no da un duro, más bien es él quien paga siempre. Y a tomar una cerveza que nos fuimos, no porque fuera San Valentín, que yo no lo celebro, sino porque hacía un día espectacular y después de tantos días de frío había que aprovecharlo.


Y en La Corredera que nos sentamos a disfrutar del sol y filosofar sobre la vida, dónde estábamos y a dónde queríamos ir. Como en cualquier conversación de bar que se precie, no sólo arreglamos el mundo, sino que inventamos nuevos proyectos de negocio para hacernos ricos. Y como hacía sol, después de una cervecilla vino otra y claro, con lo a gustito que se estaba, pues le propuse a mi señor esposo ir a comer a alguna terracita, no porque fuera San Valentín, que conste, que yo no lo celebro, sino porque hacía sol, estaba con mi carimori y me sentía la persona más feliz del mundo.

Para la ribera que nos fuimos paseando, cogidos de la mano, riendo y hablando sin parar. Que dicho así suena un poco cursiloncio, pero en mi recuerdo parece una escena de película, de esas comedias románticas de domingo tarde.

La comida genial y el postre lo mejor, acompañado con un par de copas de cava, no para celebrar San Valentín, que yo no lo celebro, sino porque soy de Barcelona y allí es típico tomar el postre con cava. Era algo así como helado de limón con crema pastelera y, aquí viene la disyuntiva que nos ocupó más de diez minutos de conversación, ¿biscotes o melindros?

Mi día de no celebrar San Valentín acabó en el sofá con mi mantita, mi señor esposo y mi gatita durmiendo encima. Un final perfecto para un día como otro cualquiera.


martes, 24 de enero de 2017

Mi periplo por Instagram

Además de mi tienda de ropa física, que por cierto está en Córdoba, también tengo una tienda online en www.srtasierra.es (aprovecho para meter el link y hacerme autopublicidad, no dejéis de clikar, hay cosas super chulas y baratitas).

Como cualquier tienda que se precie he creado sus respectivas cuentas en varias redes sociales: Facebook, Instagram, Pinterest, Linkedin, Google+... Pero como es un rollo llevar tantas cuentas al día me he centrado en Face y en Insta (abajo del post os dejo los enlaces para que, por favor, por favor, me sigáis).

A lo que iba, lo que quería contar en este post es mi experiencia en Instagram, lo que se cuece por esa red social de la que yo era una auténtica neófita hasta hace una semana prácticamente. No sé si será igual a nivel personal que profesional, pero conseguir un montón de seguidores para que vean mi ropa y entren en mi web a comprar está siendo una odisea.



Primero hay que subir fotos a diario, dos o tres, sin agobiar pero sin quedarse cortos. Después hay que poner hashtags, que yo eso al principio me lo pasé por el forro. Ingenua de mi pensé que mis fotos se veían mágicamente y sólo con subirlas lo tenía todo hecho. Pues no. resulta que hay que etiquetar todo lo etiquetable, que yo he optado por ahorrarme la descripción de la prenda y poner tags y más tags. ¿Y que hashtags hay que poner? Pues lo suyo sería algo relacionado con la foto como #vestido #rebajas #complementos #tiendaonline #vintage #streetstyle... y cosas así. Pues eso también hay que currárselo un poquito más y añadir palabras flowerpowers como #happy #love #buenos días y para que te sigan #blogger #instablogger y demás variantes.

Y la segunda cosa que hay que hacer para conseguir seguidores es "seguir y serás seguido". Y esto cuesta mogollón, porque hay cuentas con decenas de miles de seguidores que no te van a seguir sólo por tu cara bonita... Además, queda muy feo empezar a seguir "a saco" a miles de personas y tú tener sólo un puñado de seguidores... Y lo peor es que consigues que te sigan 10 y al poco pierdes 3 por el camino... Yo he puesto en práctica tres cosas: la primera dar likes a muchas fotos, si hay ropa y una chica tiene mi like asegurado, aunque si la prenda de ropa es muy fea me lo pienso un poco; la segunda comentar algunas fotos que me gustan, aquí si reconozco que mi religión me prohíbe comentar fotos que no me gustan, en este caso soy totalmente sincera; y la tercera quedarme sólo con seguidores novatillos como yo, por solidaridad, para ayudar, sólo con aquellos que tengan menos de 4 mil seguidores.

Pero lo que me ha llamado la atención es la cantidad de postureo que hay: En Instagram todas somos fashionistas, todas estrenamos look nuevo cada día, todas escribimos bloggs de moda (aunque el mío no sea de moda), todas somos influencers o personal shopper y todas somos divinas de la muerte.

Y otra de las cosas que me ha sorprendido mucho es la cantidad de chicas que venden su ropa en 21buttons y en chicfy. ¿Sabéis por qué? Por las colaboraciones. O sea, las marcas les ofrecen y regalan prendas a cambio de que suban fotos con ellas para promocionarlas. Que si lo hubiera sabido antes igual me habría salido más a cuenta hacerme instablogger que montar una tienda!

Para que me sigáis:
Facebook: www.facebook.com/srta.sierra
Instagram: @srta.sierra.cordoba



jueves, 12 de enero de 2017

¿Tomamos un café?

Como muchas otras personas antes, hoy empiezo mi blog personal, con ilusión, con ganas, con muchas ideas sobre las que escribir en la cabeza, pero también con un poquitín de miedo. Miedo a dejar este proyecto a medias, a no resultar interesante y a no tener lectores.

Srta. Sierra soy yo, pero también es mi tienda. Srta. Sierra es un concepto que se creó hace algún tiempo pero que en los últimos meses está evolucionando por diferentes caminos. En este blog voy a ir explicando las cosas que me pasan, me preocupan y se me ocurren. Hablaré de la vida, de proyectos, de la gente, de ropa, del tiempo... Vamos, de lo que se suele hablar cuando quedas para tomar un café. 

Uixxxx... Qué nervios... Qué ganitas de entrar en materia.