miércoles, 15 de febrero de 2017

Yo no celebro San Valentín

Ayer fue San Valentín. Vaya por delante que yo no celebro San Valentín. Para justificarme usaré el topicazo de que para mí todos los días son San Valentín. Suena azucarado, pero así es. Eso de tener que hacer un regalo por celebrar en una fecha concreta el amor yo no lo comparto, pero que cada cual haga lo que le parezca.

Pues eso, que ayer fue San Valentín y hacía sol. Un sol espectacular, tanto que le pedí a mi señor esposo que me recogiera al mediodía por la tienda para invitarle a una cervecilla. Digo invitarle por decir algo, porque como la tienda no da un duro, más bien es él quien paga siempre. Y a tomar una cerveza que nos fuimos, no porque fuera San Valentín, que yo no lo celebro, sino porque hacía un día espectacular y después de tantos días de frío había que aprovecharlo.


Y en La Corredera que nos sentamos a disfrutar del sol y filosofar sobre la vida, dónde estábamos y a dónde queríamos ir. Como en cualquier conversación de bar que se precie, no sólo arreglamos el mundo, sino que inventamos nuevos proyectos de negocio para hacernos ricos. Y como hacía sol, después de una cervecilla vino otra y claro, con lo a gustito que se estaba, pues le propuse a mi señor esposo ir a comer a alguna terracita, no porque fuera San Valentín, que conste, que yo no lo celebro, sino porque hacía sol, estaba con mi carimori y me sentía la persona más feliz del mundo.

Para la ribera que nos fuimos paseando, cogidos de la mano, riendo y hablando sin parar. Que dicho así suena un poco cursiloncio, pero en mi recuerdo parece una escena de película, de esas comedias románticas de domingo tarde.

La comida genial y el postre lo mejor, acompañado con un par de copas de cava, no para celebrar San Valentín, que yo no lo celebro, sino porque soy de Barcelona y allí es típico tomar el postre con cava. Era algo así como helado de limón con crema pastelera y, aquí viene la disyuntiva que nos ocupó más de diez minutos de conversación, ¿biscotes o melindros?

Mi día de no celebrar San Valentín acabó en el sofá con mi mantita, mi señor esposo y mi gatita durmiendo encima. Un final perfecto para un día como otro cualquiera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario